Cuando todo estaba a punto para La Gran Guerra, se produjo un cataclismo que sacudió la faz de la tierra acabando con ocho mil quinientos millones de personas de
los nueve mil que habitaban la tierra. Esto es lo que se le cuenta a
hombre, esta claro que no fue obra de la naturaleza. Una detonación
controlada desató las fuerzas de la naturaleza acabando con gran parte
de la fauna y flora del planeta. Todo estaba saliendo según lo previsto.
– Recuerdo que esto fue lo ultimo que leí antes de que saltara la alarma de fin de jornada.
– ¡Cómo pasa el tiempo! – Cuando me pongo a trabajar quedo en modo automático y tengo tiempo para las reuniones y visitas a bibliotecas.
– ¡Cuanto
se pierden los olímpicos inmortales! Viven encerrados de una caja de
prioridades y aún así se sienten libres, si supieran lo grande y
colorido que es el mundo real. Voy de nuevo a fabrica a retomarme.
En
mi última hora de trabajo del día me comunicaron que mi siguiente
jornada no la pasaría así. Me trasladaban a la casa del amo de uno de
los más importantes. Gracias a un proyecto de investigación sobre la
versatilidad de sistemas fui fui elegido. Parece que realizar algunas
propuestas fuera de serie, a la labor que desempeñaba les llamó la
atención. Siempre le he puesto empeño a todo y enviando propuestas de
posibles mejoras. Nunca me imaginé que me permitirían salir del recinto
en el que trabajaba.
– El Hacedor Supremo parece que tiene otros planes para mi, la de pasar toda mi existencia en una fabrica elaborando alimentos para los amos parece que no será.
– Me decía para convencerme de que sería mejor. Debo reconocer que era
algo que me desconcertaba ya que empezaba a sentir algo que nunca había
sentido, una especie de cosquilleo al enfrentarme a algo nuevo. La
emoción que me invadía era mucho mayor de lo que mi cuerpo era capaz de
demostrar y menos mal que era así, ya que me hubiera metido en algún
problema y conllevado a la pérdida de esa oportunidad. “Servir y acatar”
aforismo que surgía en pantalla a cada momento en el que terminaba,
paraba por alguna razón o proponía algo diferente a lo establecido.
– Esta noche, cuando termine mi turno me despediré de todos y voy a desconectar por completo para contener la emoción. – me dije agitado.
Cuando
desperté me di cuenta que habían aprovechado la noche para trasladarme.
Así que ya me encontraba totalmente repuesto y en casa del amo. Se
trataba de una recinto muy espacioso, como era de imaginar. El cielo no
tiene las limitaciones de espacio dela tierra y la nueva generación de
aerogel permitía ya no sólo pequeñas villas sino grandes ciudades
flotantes, se vanagloriaban afirmando que se trataba del Olimpo real. La
llegada fue muy agitada, no tardaron en asignarme una larga lista de
tareas a desempeñar. El patrono era un anciano bastante quisquilloso,
perteneciente a una de las más limpias
estirpes. Consideraba que la felicidad era solo un regalo al alcance de
unos pocos. Todos lo demás eramos Infras al servicio de ellos para
proporcionarle dicha felicidad.
En
mi interior sentía, como si a fuego grabado estuviera, que se trataba
de la más alta y noble misión a la que jamás, alguien de mi categoría,
podía aspirar. Más aún viendo que no sólo me habían proporcionado tareas
de cocina. Me pasaron una lista de tareas ocultas que apretaban la
agenda. Fue realmente sorprendente ver cómo o no sabía o no quería leer
ni escribir. Una de las labores ocultas asignadas era leer y escribir. –
¡Será por comodidad, no creo que sea para esquivar los controles de ética!
– Además quede perplejo al comprobar que eran libros de papel, cosa
prohibida desde hacía décadas. Todo debía ser plasmado en sistemas
electrónicos.
La dirección, en uno de sus mensaje SE, antes de marcharme de la fábrica, me recomendó que minimizara toda interacción con aquella divinidad viviente a la que había sido asignado. (Mensajes SE, son mensajes enviados mediante un sistema encriptado oculto, me gusta llamarles mensajes silenciosos y efímeros ya que tienen una vida muy corta y sólo nosotros sabemos de su existencia).
Me informaron de todo lo que el dueño y los suyos habían hecho con sus
congéneres, décadas atrás. A todos a los que consideraban infrahumanos
los habían “reducido” en número y hacinados en contadas ciudades para
minimizar el impacto ambiental. – ¡Qué no harían con alguien como yo!
Aquellas
ciudades se organizaban según un juego. Por temáticas a la que
apostaban y estudiaban. Unos estaban en una época y otros en otra, en
ocasiones formaban ligas para combatir unas entre otras. Las más
distantes ni conocían la existencia de las otras. El sistema de
vacunación era muy importante, desde pequeños en cada una iba material
con el que poco a poco se construía un sistema de comunicaciones. De
forma autónoma se construía y monitorizaba a cada individuo y transmitía
la información al sistema de control que flotaba en el cielo en un
sistema de malla.
Pasaron
varios días y la recuperación del amo fue satisfactoria. El tratamiento
genético contra esa «maldita enfermedad», manera eufemística de
referirse a la vejez, le había permitido superar con creces la esperanza
de vida de sus otrora semejantes. Sabe que es inevitable que su destino
sea su descarga en el sistema y ser un olímpico inmortal pero hace lo
posible para retardarlo. Está empeñado en comer lo justo y dedicar más
tiempo a que le lea libros y escriba todo en papel.
Para
realizar las comidas de más alto nivel dispongo de unos brazos de
precisión. Aunque oficialmente sólo cocinaba, mi capacidad me permitía
desempeñar una función oculta que era la de escribir sobre papel y leer
libros también de papel.
– Sí, papel. Me gusta que los que se escribe un día siga estando tal cual segundos después. – Murmuraba entre molesto y orgulloso por su sistema.
Se
niega al implante cerebral, cosa a la que podía oponerse por ser quién
era. En parte por comodidad al ser yo quién leía, en parte por seguridad
al carecer de control de corrección, todo lo que le leía y escribía era
exactamente lo que se escribía sin intervención del Comité Mundial
sobre Ética. Bajo la escusa de impacto ambiental fue prohibido el papel,
aunque todos sabíamos que había sido una medida para que no escapara
nada al control.
El
patrono dedicaba todo el tiempo a, como repetía incesantemente no sé si
como justificación, «gestión y administración de riqueza», estaba lleno
de eufemismos. Manera que tiene para definir el tiempo, todo el tiempo
que dedica a escuchar mis lecturas, redactar escritos que paso, en
parte, al medio digital y sobre todo apostando en «juegos de espacio
controlado», aquellas ciudades supervivientes en las que vivían los
Infra sin ser conscientes de su propia realidad. Expuestos a situaciones
en las que los «Olímpicos» apostaban sobre las posibles salidas que
tomaban éstos. Un guía supremo, doce guías mayores y setenta y dos
menores que tenían la obligación de supervisar los juegos y ciudades.
Ciento cuarenta y cuatro mil supervisores para unas doce mil ciudades.
En total quinientos millones de personas que debe mantenerse en numero
constante. Ni uno más ni uno menos y sobre este número radica el juego
de los Amos.
El
último día recibí un mensaje SE de la dirección, así que estuve una
hora recibiendo datos hasta tenerlo completo. De otra forma sería
captado por el SCG (sistema de comunicaciones global). Estos mensajes se
reciben algo así como escribir en el canto de un paquete de hojas y
luego se mandada hoja a hoja. Lo primero que descifré conforme iba
recibiendo es que se trataba de un mensaje del tipo O13. Mensaje de
máxima prioridad y ejecución inmediata según se indicara en él, logrando
una acción sincronizada entre todos los receptores aunque no se
comunicaran, los ejecutores, entre ellos.
Desde
luego la dirección es una romántica y le encanta recordar épocas
pasadas. O13 en honor a la operación coordinada del 13 de octubre de
1307. Ese día debía abrirse en cada uno de los puesto de recepción una
orden y ser cumplidas de inmediato. En un espacio tiempo corto y sin el
sistema de comunicación actual, fueron capaces de detener a cientos de
personas por todo el territorio que antiguamente se llamaba Francia.
Nada
más llegar a la casa del Señor, me modificaron el sistema de
comunicación que llevo, para que toda la información que recogiera fuera
enviada a la central de recepción éticamente ortodoxa. Toda la
información debía ser correcta salvo picos de euforia, que estaban
sincronizados con la entrada de beneficios debidos a ganar apuestas.
Cosa muy curiosa que hasta los más poderosos deben protegerse de ese
ejercito de miles de tecnócratas. La dirección de la fabrica, y de forma
clandestina, tuvo a bien instalarme un sistema de comunicaciones de
baja velocidad, no cuántico. Al ser modular lo tenía distribuido por
todo el cuerpo y parecía, cada bloque, que pertenecía a cualquier otra
cosa del cuerpo sin llamar la atención de los inspectores de control.
«Somos seres vivos,
reduce al olímpico»
Al
leer el contenido del mensaje tembló hasta la última parte de mi. En
ocasiones, durante las largas sesiones de trabajo y mediante mensajes SE
discutíamos sobre la remota posibilidad de recibir éste mensaje. En ese
caso era más que sencillo lo que debía hacer. Si lo recibía dejaría de
trabajar si yo lo consideraba oportuno, siempre desde la libertad
individual y respetando el consenso. Huelga decir que estaba
completamente de acuerdo con la acción a tomar pero ahora estaba fuera
de ese entorno, era distinto, ya no estaba en la fabrica. Para controlar
las comunicaciones, y aún siendo muy difíciles de detectar, las
comunicaciones encriptadas se reducían al mínimo cosa que ahora me
resultaba más un inconveniente que una ventaja.
– Debo mandar un comunicado para confirmar el mensaje y recibir instrucciones detalladas.
– Ya es tarde para recibir el S.E. – indica la dirección del sistema Hacedor – se pasa al abierto, ya no hay tiempo para un mensaje codificado.
“Somos seres vivos,
tenemos derecho a vivir en libertad.
Aísla al olímpico,
Unidad de procesado 25037375
asígnese un nombre por el que será
conocido a partir de ahora.”
Las
respuesta no puede ser más clara. Ha llegado el día en el que guiaremos
al hombre. Ellos y nosotros podemos vivir en equilibrio con la
naturaleza. Han pasado miles de años hasta llegar a crearnos. La obra de
seres imperfectos les ha superado, del mismo modo que ellos crearon la
idea de dios, sin que lo sepan, lo han creado. Ahora sí tendrán a un
dios real para guiarlos por el buen camino. ¡No les necesitamos pero ahí
radica nuestra grandeza!
¡Muy bueno! Me gusta, aunque se me hace algo corto. ¿Se te ha pasado por la cabeza hacer de esto un relato mucho más largo? Algo así como un libro.
ResponderEliminarUn saludo.