Y le saltó un aviso, “¿desea resumir su obra?” Orgulloso de su obra aceptó.
Y llegó el día en el que los antiguos tuvieron que partir. Seres sabios que habían ayudado, con sus conocimientos y técnicas, a crecer a los seres vivos. Mitad seres humanos y mitad animales, entregaron el fuego a sus hijos para que continuaran su labor.