Después de mi pequeña decepción con Ubuntu 16.04 (click aquí para ver la entrada) y a pesar de la estabilidad del sistema he decidido darle una oportunidad a Fedora. ¿Y por qué Fedora? Básicamente por que me gusta mucho Gnome Shell y necesito una distribución donde la experiencia de este escritorio sea buena.
No voy analizar a Fedora, sólo decir que todo funciona a la perfección. Como no es una distribución tan amigable como Ubuntu hay echar mano de alguna guía para dejar el sistema perfecto. Yo recomiendo la guía del blog de Xenode, me parece muy completa y útil.
El punto crítico siempre es al intentar instalar el driver de la tarjeta gráfica Nvidia, y siguiendo el tutorial de Xenode no he tenido ningún problema. Excepto cuando reinicié el ordenador.
Cuando entró en el escritorio me desilusioné, pensé que tendría que abandonar Fedora, ya que la nitidez con que se veía no era perfecta. No es que no dejara trabajar, que lo hacía, pero no era del todo perfecta. ¿Hasta cuando aguantaría? No creo que mucho, la pantalla del ordenador ya cansa de por si sola cuanto más si no es todo lo nítida que debería ser.
Pero hay en ocasiones en que lo más evidente lo pasamos por alto, ya sea por desconocimiento o por simple descuido. Y es lo que me ha pasado en este caso. Le di al botón de "Auto" en el monitor y asunto solucionado. Ya se veía todo perfecto. Tan sencillo como eso.
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